El órgano invisible
«Saber no es
suficiente, tenemos que aplicar.
Querer no es suficiente, tenemos que hacer».
Bruce
Lee
Parece increíble pero, un intestino sano contiene
aproximadamente 2kg de bacterias útiles para el organismo. Es más, tenemos diez
veces más bacterias que células en el cuerpo (cerca de 100 mil millones de
bacterias)! Estas bacterias beneficiosas, llamadas “el órgano invisible”, son
esenciales para una buena salud. Habitan en una delgada capa de mucosidad en la
pared intestinal y cumplen funciones antimicrobianas. En otras palabras, son
como soldados que tenemos dentro, nuestra primera línea de defensa, a cargo de
evitar que las bacterias y levaduras dañinas causen estragos en nuestro cuerpo.
Nuestro órgano invisible nos ayuda en varios
procesos, entre los más importantes están:
- La digestión: haciendo posible la absorción adecuada de nutrientes y ayudando al cuerpo a producir vitaminas, absorber minerales y a eliminar toxinas.
- Protección contra las infecciones: impidiendo que las “malas bacterias”, virus y parásitos se asienten en nuestro interior.
- Sentirnos “felices”: cuando el entorno intestinal está dañado, se reducen los niveles de serotonina natural, ya que el 90% de ésta se produce en las células nerviosas alrededor de los intestinos. Esto puede producir cambios en nuestro estado de ánimo, nuestras emociones en general se pueden hacer más negativas, generándose una sensación de apatía, falta de interés e incluso falta de energía. Por supuesto que los estados depresivos son mucho más complejos, pero mantener una buena salud intestinal, seguro ayuda.
- Protección contra las alergias: cierto tipo de bacteria intestinal está relacionada con la prevención contra la sensibilidad a los alérgenos alimentarios.
- Mantener un peso adecuado: hay estudios que refuerzan la idea de que la presencia de ciertas bacterias beneficiosas en el organismo promueven la mantención de un peso adecuado al ayudarnos a controlar el apetito. Estas bacterias, hacen que se te “antojen” los nutrientes que necesitan para su supervivencia, presentes normalmente en verduras y frutas, a diferencia de ciertas bacterias nocivas que necesitan azúcar para sobrevivir, y que, se cree, mandan señales al cerebro promoviendo los antojos por dulce.
La presencia de bacterias perjudiciales para el
organismo es inevitable, la idea es mantener un equilibrio de bacterias buenas
y malas. Este equilibrio se estima en un ratio de 85% de bacterias buenas y 15%
de bacterias malas. Nuestra microbiota es única y profundamente sensible a las condiciones ambientales. Ante un
desequilibrio, es posible que la flora beneficiosa se recupere, pero diferentes
especies de ella tardan entre un par de semanas y varios meses para reconstituirse
en el intestino y ese, es un espacio de oportunidad para que varios de los
“malos” se desarrollen en exceso.
Algunos factores que
dañan nuestra microbiota:
- Nuestra alimentación puede alterar la composición de la microbiota intestinal. Ingerir alimentos procesados, con alto contenido de azúcar, aditivos químicos, bebidas alcohólicas y alimentos con bajo contenido de nutrientes es una manera segura de dañar las bacterias beneficiosas en el intestino. Y no sólo daña a las buenas, también alimenta a las malas!
- El abuso de antibióticos, tanto los que nos suministran a lo largo de nuestra vida, como los que “consumimos” a través de la ingesta de productos de origen animal, tratados con altas dosis de antibióticos (carnes, leche, huevos, etc.). Con esto no quiero decir que los antibióticos sean malos, han salvado muchas vidas y hay casos en los que son imprescindibles, pero es innegable que también han sido utilizados de manera indiscriminada.
- El uso constante de antimicrobianos. Con el afán de eliminar bacterias y virus nocivos a través del uso de jabones antibacterianos, estamos eliminando también a los “buenos muchachos”. Una asepsia exagerada tiene un final contraproducente.
- El contenido de cloro en el agua. El cloro es un conocido antibacteriano, que, al igual que en el punto anterior, elimina tanto lo malo como lo bueno. Es importante, evitar el consumo directo de agua del grifo, o el uso de cloro en la desinfección de verduras y frutas.
- Pesticidas, presentes en verduras y frutas que han sido tratados para prevenir o repeler algunas plagas. Las bacterias intestinales benéficas son muy sensibles al glifosato (ingrediente de los pesticidas).
- Productos químicos, presentes en productos de limpieza y de cuidado personal (como el flúor en la pasta dental).
- El estrés, causa un desbalance en nuestra salud intestinal, ya que altera la química con la que funcionamos. Niveles elevados y permanentes de estrés generan malestar intestinal debido a que el cerebro y el sistema gastrointestinal están íntimamente conectados.
Es evidente que vivimos expuestos a una cantidad creciente de químicos, tanto en nuestros alimentos como en los productos que utilizamos en el día a día. La primera línea de acción que tenemos, para retomar nuestra salud en nuestras manos, son nuestros hábitos de vida (los alimentos y bebidas que consumimos cotidianamente, nuestra actividad física, la manera en la que manejamos el estrés, etc.).
De ser necesario, es importante recurrir a
suplementos probióticos “farmacéuticos”. La desventaja de éstos es que, además
de ser muy costosos, podemos asumirlos como la fórmula mágica para arreglar un
problema que tiene muchas causas. Es muy cómodo pensar que con una pastilla lo
solucionamos todo, pero en la práctica, no es así.
Cualquier remedio rápido, que no esté acompañado de la eliminación de sustancias que fortalecen a las bacterias “malas” y la incorporación de alimentos que fortalezcan nuestra flora intestinal será, prácticamente inútil.
En el próximo post te comentaré sobre algunos
alimentos que contienen probióticos (como el Kéfir) o que están llenos de
prebióticos (la fibra no digerible que alimenta nuestra microbiota).
Por favor, hazme saber si este tipo de contenido es
de tu interés, para seguir compartiendo contigo información que considero valiosa!
Alejandra
Navarro Rossetti
Health Coach
Socia Active Balance LifeHealth Coach
Cel. (591) + 772 85073
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Fuentes
consultadas:
• Perlmutter, David “ALIMENTA TU CEREBRO”
• Perlmutter, David “CEREBRO DE PAN”
• https://whatswithwheat.com
• http://www.mercola.com
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